La extensión de tu desierto amarga mi boca
que sedienta sangra tu maldito amor.
la sequía de tu cuerpo dejó mis manos vacías,
que temblorosas huyen de la hambruna que mató mi alma.
palidece en la arena mi cara moribunda cuando de morir en la extensión de tu desierto huyo.
la aridez de tus besos fueron vinagre que bebí para no morir de sed,
honda herida me dejaste... fui el antílope en tu boca hambrienta,
la fuente que dejaste seca y con el tiempo tu desierto.
perdido me encuentro y desolado busco el motivo que te llevó
a elegirme a mí para matarme.
Herido de muerte me quedé
lo que duele no es la herida
es la vida que me sobra para odiarte.
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